Contacto Directo

Twitter: @ari_santillan

Se permite la reproducción total o parcial de los textos dando crédito al autor: Ari Santillán, mediante licencia Creative Commons.

martes, 15 de mayo de 2018

#BotaAlVerdeCDMX




El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) fue quizá uno de los primeros partidos políticos en el México “democrático” en mostrar un cinismo descarado, en hacer todo lo posible por mantener sus beneficios económicos y políticos con una ideología y un proyecto sumamente, digamos, flexible. Su supervivencia ha estado supeditada a las alianzas con otros partidos, principalmente el PRI, y en su historia tiene más escándalos que logros.

Este proceso electoral nos brinda la oportunidad de deshacernos de esta rémora de nuestro sistema político… cuando menos en la Ciudad de México (art. 36, X, c). Podemos lograr que pierdan su registro y ahorrarnos una lanita que bien podría utilizarse para fortalecer otros aspectos de nuestra “democracia” y no en alimentar (muy bien) a personas que no tienen otro interés que el propio. Sí, no son los únicos, pero esta es la oportunidad que se nos presenta.

En febrero de 2009, el PVEM fue expulsado de Global Verde (red que agrupa a partidos verdes de todo el mundo) por una “diferencia de principios básicos” ante el apoyo a la pena de muerte, abolida en México en 2005 (aunque la última vez que se aplicó en el país data de 1961).

Dejando pasar decenas de escándalos de sus miembros y del partido, demos un salto hasta 2015. Ese año, el PVEM acumuló una sanción cada tres días entre el 15 de enero y el 20 de abril de aquel año electoral; sólo el TEPJF emitió más de 10 sentencias por cerca de 130 millones de pesos.

Ese año una de las discusiones públicas más interesantes fue la de exigir la pérdida de registro del Verde como partido político por “incumplir de manera grave y sistemática las obligaciones que le señala la normatividad electoral”. Incluso, una petición en change.org recabó 165 mil 298 firmas. Sólo como dato, ese mismo año, el Verde consiguió 150 mil 852 votos en la Ciudad de México.

El Partido Verde Ecologista de México no es una nueva propuesta, no busca el bien común, no presenta “ideas frescas”, no pretende la justicia… es más, ni es ecologista. El PVEM es una empresa familiar que ha logrado un modus vivendi a costa de la, de por sí, desprestigiada política y su endeble democracia.

Este 1 de julio tenemos la oportunidad de evitar el despilfarro de millones de pesos de nuestra CDMX. Aprovechando que el Verde va solo, podemos lograr que pierda su registro como partido político local y, así, dejar de mantener a un grupo de personas que han demostrado ser capaces de cualquier cosa con tal de seguir mamando del erario.

Vota por quien quieras, pero NO VOTES POR EL VERDE, bótalo; sobre todo, NO votes por el PVEM en la boleta para diputado local; necesitamos que terminen con menos del 3 por ciento de los votos. ¡Sí podemos!

lunes, 7 de mayo de 2018

Ricardo Alemán y el míto de Sísifo

TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN ESTE MISMO ESPACIO EN AGOSTO DE 2012.

En el canto número XI de La Odisea, Homero nos presenta la imagen de Sísifo. Condenado por su irreverente actitud, quien fuera rey de Éfira debe colocar una roca en la cumbre de una ladera.

El trabajo parece sencillo, pero los dioses se han empeñado en hacer infructuosos todos sus esfuerzos. La ladera es tan escarpada que, justo antes de llegar a la cumbre, la roca cae y regresa a su origen. El hijo de Eolo debe repetir esa misma operación una y otra vez, debe afanarse infinitamente para lograr algo que nunca podrá concluir de manera adecuada.

La historia de Sísifo nos otorga el ejemplo de una enseñanza elemental: No basta con realizar un mismo trabajo durante muchos años para que éste llegue a buen fin. El periodismo de Ricardo Alemán constituye otro ejemplo de esta misma enseñanza.

En un texto bastante desafortunado titulado “Respuesta a un ‘ternurita’”, el colaborador de El Universal y Foro Tv hace gala de tres cosas:

  1. Sus precarios conocimientos en materia periodística,
  2. su falta de investigación respecto a las nuevas teorías de la comunicación y sus repercusiones en el periodismo
  3. La nula problematización y la ausencia de una perspectiva crítica sobre las enseñanzas dogmáticas que recibió de algún manual –ya vetusto y empolvado- de periodismo. 

Me permito hablar en términos teóricos debido a que, en su artículo, pretende aleccionarnos académicamente en materia periodística. Como él mismo dice: “Vayamos por partes”.

Ricardo Alemán parte de un error elemental, cree que al carecer de pretensiones de “objetividad”, la opinión no obedece a ningún criterio de validez. Evidentemente la noticia y la opinión son géneros periodísticos distintos, pero en tanto a discursos ambos comparten una pretensión comunicativa, la cual supone una serie de criterios de validez. Si bien la opinión como género no pretende “objetividad”, en tanto discurso con intenciones comunicativas se vale de afirmaciones y aseveraciones; Habermas, Brandon, Strawson, Austin, Snadelbäch y demás filósofos del lenguaje y teóricos de la comunicación, han dejado claro que las pretensiones de racionalidad de todo “acto de habla” dependen de que el emisor logre justificar, en términos argumentativos, por qué sus aseveraciones pueden resultar más validas que otras.

El señor Alemán deberá corregirme si me equivoco, hasta donde yo entiendo, si bien, sus afirmaciones no pretenden ser “objetivas”, sí pretenden ser “racionales”; todavía más, quiero pensar –aunque tal vez estoy en un error– que además escribe tales opiniones porque asume que tienen valor, son lógicas y pueden ser defendidas. Efectivamente, como él mismo señala, un buen trabajo de opinión periodística no depende de la “objetividad” de las afirmaciones ahí vertidas, pero sí de la posibilidad de justificarlas en términos argumentativos. Si los argumentos se encuentran debidamente justificados, el trabajo periodístico será mejor valorado y, evidentemente, si la argumentación es mala, la opinión puede ser legítimamente criticada y minusvalorada.

Todo el artículo de Alemán parte de una falacia (cuyo nombre técnico en Lógica es Non sequitor), pues si es verdad que las opiniones no pretenden “objetividad”, de ello no se sigue necesariamente que debamos aceptar la anarquía valorativa absoluta ni el relativismo total. Resulta legítimo, pues, reprochar y criticar las limitaciones de quienes vierten opiniones fundadas en justificaciones endebles. Esto no significa que quienes no puedan justificar sus afirmaciones deban ser callados, relegados o censurados –los que defendemos la libertad de expresión[1] jamás sostendríamos tal postura–, lo que sí quiere decir es que su trabajo periodístico puede ser catalogado legítimamente como deficiente.

Ahora bien, la pluralidad de voces es sumamente importante para los sistemas democráticos, por lo mismo a veces resulta adecuado que en pro de esa pluralidad se acepten voces que generan un periodismo de poca calidad y falto de rigurosidad. El caso de Ricardo Alemán es una muestra ejemplar de ello, incluso sus textos difícilmente justificables en términos de argumentación pueden llegar a tener voz en los medios de comunicación mexicanos. A falta de espacio me valgo de un solo ejemplo. Previo al debate que #YoSoy132 organizó, Alemán escribió otro desafortunado artículo titulado: “Se pudrió #YoSoy132”, en él afirmaba: “[…]es inexplicable que la candidata del PAN acuda, porque seguro sabe que, en realidad, ‘el debate’ es una patraña del grupo Morena y del candidato López Obrador –para arrebatarle el segundo lugar que recién recuperó– en su intento de reventar la elección presidencial”. Pues resulta que dicho debate, según la opinión de los propios asistentes, ni fue manipulado, ni fue parcial, ni fue una patraña del grupo Morena. Es más, quien resulto menos favorecido en el mismo fue Andrés Manuel Lopez Obrador, tanto Josefina, como Gabriel Quadri mostraron mayor soltura y supieron manejar mejor el formato del mismo. 

El problema no consiste en que al señor Alemán se le ocurriera afirmar con seguridad algo que no sucedió, que ni los propios involucrados consideraron seriamente y que incluso fue claramente negado por los mismos, sino que una vez que los propios hechos desmintieron semejante disparate, nuestro “opinólogo” fue incapaz de aceptar su error, justificar sus afirmaciones o retractarse de las mismas. Lo que le interesaba, como a todo buen amante del sensacionalismo, era alborotar, azuzar y escapar huyendo. El señor Alemán cree que está en todo su derecho de hacerlo, por un momento dejemos en suspenso el artículo sexto de nuestra constitución y aceptemos sin conceder que su creencia puede sostenerse, ello no impide que podamos criticar legítimamente la falta de rigurosidad de sus afirmaciones y, mucho menos, justifica su lamentable afirmación de que “es una reverenda estupidez” establecer criterios valorativos sobre la razonabilidad de sus dichos.

Por último, la aversión que Ricardo Alemán nos profesa es realmente sintomática y contrasta con su mutismo respecto a ignominias que bien podría denunciar. Me pregunto si no sería mejor que invirtiera sus esfuerzos y aprovechara sus espacios en prensa y televisión, para criticar, con la misma intensidad que lo hace hacia nosotros, la existencia de un duopolio televisivo. El cual, seguramente, provoca más perjuicios económicos y políticos que los “tiernos” efectos de nuestras protestas. En este punto me permito cambiar el tono del artículo y preguntarle directamente: 

¿Qué opina usted, señor Alemán, de que México sea uno de los únicos países “democráticos” en el que una sola empresa televisiva concentra más del 70% de la audiencia?, ¿por qué nunca ha sacado un artículo tan furibundo sobre un tema tan relevante? Lo invito, señor Alemán, a debatir sobre estos problemas. Supongo que usted se asume como un periodista ético, como bien sabe uno de los principales rasgos de la ética periodística consiste en comprometerse a realizar un periodismo serio y riguroso, así sea en el género de opinión. Resulta fácil criticar sin otorgarle a los aludidos derecho de réplica, de la manera más atenta le pido que nos proporcione un espacio para debatir en igualdad de condiciones. Con el único ánimo de promover un debate serio y razonado, le envío un cordial saludo.

Atte.
Ricardo Bernal, alumno del doctorado en Humanidades de la UAM-I y miembro, ufanado, de #YoSoy132.                                


________________________________________
[1] Aprovecho aquí para señalar otro error de nuestro autor: la libertad de expresión es el resultado de luchas sociales y políticas y no “parte del equipaje con el que llegamos al mundo”, nuestro perspicaz “opinólogo” confunde aquí la facultad comunicativa del ser humano con el complejo concepto de “libertad de expresión”. 

lunes, 25 de septiembre de 2017

Crónica 19S (intento 1)

El martes 19 de septiembre de 2017, a las 10:59 de la mañana nos encontrábamos terminando una junta de trabajo; todavía bromeamos sobre la sorprendente puntualidad del fin de la junta para acudir y ser parte del simulacro que conmemora el terremoto que nos sacudió hace 32 años.

Una hora y catorce minutos después, ya frente a la computadora, revisando correos sentí que la tierra se movió; la alarma no sonó. “Está temblando” decíamos mientras salíamos de la vieja casona coyoacana donde trabajamos más de 50 personas; el orden prevalecía, hasta que el piso se nos movió y casi terminamos rodando por las escaleras; el movimiento, ahora lo recuerdo, me causó un miedo que nunca había experimentado pero yo no temblaba, intentaba apoyar a mis colegas, a la fecha no recuerdo qué hice para ayudarlos. Los autos se mecían sobre sus ruedas y el piso nos sacudía con violencia. Mientras bajaba las escaleras envié un mensaje al grupo de whatsapp de “Familia”, solo puse “todo bien”. Me puse a localizar a mi hijo y a su mamá –que dejó su celular en la sala de su casa– como loco y con unas ansias de muerte esperaba el mensaje: “estamos bien”, que llegó casi una hora después… o no sé cuánto tiempo.

“Se sintió horrible… te quiero abrazar”, apareció un mensaje en mi teléfono como si del otro lado, a pocos kilómetros, me leyeran la mente; no traía a mi caballito de aluminio por una lesión en la rodilla que, supuestamente, me prohibía rodar por un mes. Mi corcel estaba en la colonia Roma y yo en Coyoacán; intenté llegar con unos compañeros de trabajo que iban a la zona en auto, imposible. Caminé un buen tramo hasta llegar a ese abrazo, ese primer abrazo en el que, de pronto, como otro temblor, todo volvió a sacudirse, aún pensaba en mí y los míos, todos estaban bien. Me despedí y seguí caminando hasta la esquina de Gabriel Mancera y Xola. Gritos, gente corriendo, me acerqué. Donde antes había una calle, ahora sólo había piedras y donde antes había un edificio ahora solo un montón de escombros en los que se revolvían ladrillos con ollas exprés, con calzones de hombre, con copias de una IFE, con lo que parecía una persiana.

De la oficina salí con cámara en mano, “voy a documentar” pensé. Al ver la destrucción no pude disparar una sola foto, guardé la cámara y corrí, escalé y empecé a ayudar a otras personas que, como yo, la imagen nos movía mucho más que cualquier temblor. Comenzamos a quitar piedras, no había herramientas ni nada más que manos, pocas aun. De pronto, clarito se escuchó “Aquí estamos, ayuda por favor”. Mi cuerpo se paralizó, no sabía qué hacer, qué decir, la piedra más pequeña me pesaba toneladas. Un señor le decía a la pila de escombros “no te preocupes, mi reina, vamos por ti, ahorita te sacamos, aguanta”. Logré levantar la vista y ver que ya no éramos los poquitos del principio y que empezaban a llegar picos, palas, mazos, cubetas y más gente; cubrebocas y agua, aun ninguna autoridad. Me salí de la “zona cero”, mi cuerpo no me hacía caso, tenía ganas de llorar de frustración pero no podía; me calmé un poco ya afuera de la zona de desastre y logré tirar no más de 10 fotos. Volví a pensar en que necesitaba mi bici. Emprendí camino por Gabriel Mancera rumbo a la Roma para recuperarla y ayudar más.

Encontré a un amigo que llevaba su bici, él iba a apoyar y tomé su bici para ir por la mía; llegué a la Roma donde ayudé a mi mecánico a dejar a mi querido caballito de aluminio en perfectas condiciones y regresé a dejar la bici de mi amigo.

A las 10pm llegué a casa, abrumado, no entendía qué estaba pasando; me quité la ropa y me metí a la cama; estaba intranquilo, desesperado, con una sensación de inutilidad que me devastaba; me vestí, calcé botas, chaleco reflejante y casco, agarré mi bici y la bajé tres pisos para subirme y rodar, no sabía a dónde; quería hacer todo: sacar gente, remover escombros, llevar víveres, entregar comida, agilizar el tránsito, descargar las donaciones que empezaba a llevar la gente; terminé en la Cruz Roja de Polanco donde me encontré a otros ciclistas. Los voluntarios nos cargaron, nos mandaron al albergue en Plan Sexenal y a entregar enlatados a la colonia Del Valle.

De ahí empezamos a llevar víveres de los centros de acopio en zonas seguras a las zonas de desastre; entregábamos directo a voluntarios y brigadistas, ida y vuelta por diversas zonas hasta que nos pidieron abastecer el centro de acopio en Alberca Olímpica, hasta donde fuimos. De ahí, ya agotados, decidimos regresar a casa. Decidimos acompañarnos hasta el Ángel de la Independencia, pero se nos volvió a atravesar el edificio caído en las calles de Edimburgo y Escocia. Sin dudarlo fuimos a ayudar, pero las brigadas ya estaban mucho más organizadas y nuestra ayuda sería requerida hasta dos o tres horas después, el cansancio era visible y decidimos continuar hacia nuestros hogares.

Llegué a las 7am exhausto y caí en cama, no pensé, no soñé, sólo dormí. Yo, que podría dormir más de 12 horas sin ningún problema, sólo pude dormir tres. Me levanté como resorte, desayuné tres huevos, café y un poco de pan, me bañé, me vestí y volví a salir; me topaba con contingentes ciclistas y me junté con varios, empezamos a llevar víveres a diferentes zonas, a apoyar a los automovilistas atascados en el tráfico a que sus donaciones llegaran lo más pronto posible. No recuerdo bien ese día; sólo que no paré de rodar, descansé un poco y cargué mi teléfono en no recuerdo dónde ni con quiénes. ¡Qué difícil es escribir cuando tu cuerpo tiembla seis días después! Creí que estaba listo para escribir, para sacarlo todo. Quizá no es el momento.


Lo publico para no olvidar, para que nunca me vuelva a ganar la "normalidad", el egoísmo, el individualismo. Para recordar lo que siento en estos momentos y saber que está de la chingada.

martes, 12 de septiembre de 2017

Confianza o sobre Acopio en Bici

La bici te hace transparente, eres tú propulsado por tu fuerza, no tienes un parabrisas o una estructura metálica que te proteja.

La bici también te hace consciente de tus capacidades. Cargar más de 100 kg en un automóvil y trasladarlos es bastante sencillo. No es lo mismo hacerlo en una bicicleta donde tú eres el motor.

Pero la bici también te hace humano. Te hace empático con tu entorno y con “el otro”, con el que está cerca y con el que está lejos.

Así, horas después del temblor del pasado 8 de septiembre, la zozobra de estar bien pero recibir información a cuentagotas de los graves daños en Oaxaca, Chiapas y Tabasco hizo que un grupo de ciclistas unidos originalmente para apoyar a otras personas en caso de incidentes se preguntaran ¿qué podíamos hacer para ayudar?

Así surgió la idea de hacer una red de acopio en bici. ¿Cuánta gente habrá allá afuera con ganas de apoyar con donativos en especie y sin posibilidad de ir a un centro de acopio? ¿Y si la congestión de la Ciudad de México impide que muchísima gente llegue a entregar los víveres? ¿Y si pasamos a recogerlos “a domicilio” y los entregamos en los centros de acopio, en bici?

Así nació la idea, sin gran fundamento, sin gran planeación pero con muchísimo corazón. Corazón que se empezó a hacer cada vez más grande gracias a que más personas hicieron suya la idea y empezaron a resolver los problemas logísticos, de transparencia y seguridad, de comunicación y gestión, de organización y difusión.

La bici como herramienta de ayuda humanitaria. A través de redes sociales se lanzó el proyecto ya armado y comenzamos a recibir respuesta de muchísimos ciclistas de cualquier tipo (fixeros, MTB, BMX, ruteros, urbanos, bicimensajeros, etc.) dispuestos a ocupar parte de su tiempo para trasladar víveres. Desde el “centro de operaciones”, otros ciclistas como Calaverita, Pepe, Gil, Ferfis, Hugo, Memo y otros muchos más empezaron a gestionar la logística.

Después empezaron a llegar los interesados en donar. Y comenzó el efecto bola de nieve.
Hoy el grupo de ciclistas agrupados en el proyecto Acopio en Bici tiene a 76 seres humanos dispuestos a ayudar; ¿cuántos kilómetros habrán recorrido? ¿cuántos kilos de ayuda? Esto es lo que menos importa. Las historias se suceden una tras otra y se guardan en ese lugar especial del corazón de cada uno de los voluntarios donde ponemos aquello que nos motiva a seguir adelante, historias que conocieron por las ganas de ayudar.

Llevo tres días lesionado de una rodilla… los mismos que lleva de vida esta red donde la camaradería es impresionante, nadie escatima en salir a apoyar a otro, aunque no se conozcan. Llevo tres días con el corazón latiendo a mil, con la fe en que sí podemos hacer un mejor lugar para vivir, con las ganas de volver a subirme a mi bici, con el agradecimiento infinito a cada uno de los voluntarios por luchar para dejar un mejor mundo para nuestros hijos.

Cada mañana me despierta el dolor en la pierna y desaparece nada más de abrir el Whatsapp y ver más de 200 mensajes de voluntarios organizándose para recoger donaciones.


No tengo más palabras que ¡gracias! Gracias a cada una de estas personas que pedalean con el corazón. Espero poder conocerlos a todos.

lunes, 26 de junio de 2017

¿Por qué la ciclista se metió al carril del Metrobús?

¿Cuántas veces ha salido de su casa pensando en morir en un hecho de tránsito?, ¿cuántas veces toma su auto, su bici, el transporte público o camina pensando "hoy quiero verme involucrado en un incidente vial"?

No nos movemos pensando en matar o morir a medio camino. Nos movemos para ir a nuestro trabajo, escuela, al cine, a pasear, a ver a algún familiar o amigo, para ir a comprar un litro de leche o una despensa completa.

El 22 de mayo me volvieron a arrollar; un sujeto de nacionalidad armenia que conducía una camioneta Mercedes Benz con placas del Estado de México EMH 22 50 aceleró para pasar por encima de los bolardos que confinan la ciclovía de Horacio y arrollarme. La imagen fue tal que los presentes se le fueron encima; patearon la camioneta y le "cantaron el tiro" al conductor. Ante esto, una persona me preguntó "¿otra vez?, ¡algo debes estar haciendo mal!".

No supe qué contestar hasta hoy; ya sé qué estoy haciendo mal: respetar las reglas.

En bici no ruedo sobre banquetas ni en sentido contrario; no utilizo audífonos y utilizo mis brazos para hacer previsibles mis movimientos; intento utilizar la infraestructura disponible (que esté libre de obstáculos, baches o coladeras) e intento conducir mi vehículo de una forma cordial y respetuosa con todos.

Y no, no siempre lo hago; también he rodado sobre banquetas y en sentido contrario; he olvidado hacer señales con mis brazos y a veces me salgo de la ciclovía; también he rodado por el carril confinado del Metrobús y también he mentado madres.

Riesgo vs riesgo

Para entender por qué los ciclistas "no respetan" algunas disposiciones del reglamento de tránsito, habría que hacer un ejercicio que, a veces, parece muy difícil: ser empáticos.

Al andar en bici por la ciudad no hay peor sensación que llevar un automóvil a pocos centímetros de ti, sabiendo que con un pequeño movimiento de tobillo, ese auto puede arrollarte sin mayor problema; sabiendo que esa pequeña distancia puede provocarte una caída si es necesario hacer alguna maniobra por un bache, por ejemplo; sabiendo que si el conductor del auto va distraído, en el mejor de los casos con su GPS o con los miles de espectaculares que contaminan nuestra ciudad. Peor aún si el automovilista lleva prisa, está desesperado por la congestión o perdido, buscando una dirección.

Cuando empiezas a moverte en bici por las calles de la ciudad, lo que buscas es prevenir la mayor cantidad de riesgos posibles; es riesgoso andar en sentido contrario, sí. Pero es más estresante traer un auto atrás de ti. Esta lógica que no carece de sentido común es la que orilla a muchos ciclistas a rodar en sentido opuesto, sobre todo si no hay experiencia rodando en las calles o no se tiene el temple para que esta situación no afecte tu recorrido.

Pasa algo similar con las banquetas; para un ciclista, el peatón representa un riesgo mínimo contra un automóvil. Antes de continuar, quiero dejar claro que estoy completamente en contra de rodar por las banquetas. Continuemos... Reforma es un gran ejemplo: la ciclovía en muchos tramos está en pésimas condiciones, hay incorporaciones peligrosísimas como las de las glorietas del Ángel, la Diana, el Colón, entre otras, donde los autos dan vuelta desde carriles centrales; además, esta ciclovía es constantemente (por no decir perpetuamente) invadida por taxis, servicios de pasajeros como UBER o vagonetas de turismo. El riesgo de circular por la banqueta es atropellar a un peatón; el riesgo de circular por la ciclovía confinada es, en el peor de los casos, ser arrollado y morir por un automovilista que se quiso estacionar ahí "nomás 3 minutos".

El riesgo de circular por el carril del Metrobús vs el riesgo de circular por Insurgentes o Vallejo


Hace unos días comenzó a rolar un video de una compañera ciclista con la pierna destrozada, ella estaba sentada en el camellón central de Vallejo, sobre el carril confinado del Metrobús. "¡Es una irresponsable!". ¿Están seguros?

Analicemos.

Circular por avenidas como Vallejo o Insurgentes, sin infraestructura ciclista y con carriles angostos, con miles de automovilistas queriendo pasar lo más pronto posible, aventando su auto para "abrirse paso", dando vueltas continuas, pegándose lo más posible al vehículo de enfrente en lo que llamo "la guerra del milímetro", contra circular por un carril despejado en el que los únicos que pasan son los BRT con frecuencias de paso prevenibles; siempre nos puede fallar el cálculo y terminar involucrados en un hecho de tránsito.

Entonces, ¿debemos permitir que los ciclistas rueden por los carriles del Metrobús?
NO, nunca; es peligrosísimo, sobre todo por el peso de un camión de estas características, lo que provoca que tarden más en frenar, además del riesgo que implica para los usuarios del transporte público que el bus frene en seco.


Lo que la autoridad debe hacer es generar infraestructura de calidad, previendo aforos futuros, que hagan que los ciclistas se sientan más seguros en él que en el carril del Metrobús o en la banqueta. Lo que nos toca como ciudadanos es exigirlo; no sólo por los ciclistas, sino por todos; arrancaba este post mencionando que nadie sale de casa pensando en matar a alguien.

Aunque lo primero que debemos de hacer es dejar de culpar a las víctimas y practicar nuestra empatía.

viernes, 26 de febrero de 2016

Vecinos empoderados

Escena 1: Un grupo cerrado en Facebook donde vecinos de una colonia se quejan, debaten, discuten y planean cómo mejorar la colonia. Todo se queda en miles de caracteres y comentarios en Facebook.

Escena 2: Un funcionario público de la Delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México –donde está enclavada la colonia en cuestión– comienza una dinámica que sorprende, atrae y atrapa: transmitir sus operativos en la calle por la red social Periscope. Graba a una señora tirando basura, a escoltas y más escoltas hasta que le parten la madre… Sigue grabando.

Escena 3: Hay un excelente debate sobre derechos humanos, espacio público y atribuciones por parte de las autoridades.

El grupo de Facebook se traslada a Whatsapp con un pequeño grupo de vecinos que deciden empezar a hacer cosas. Salen muchas propuestas pero las agendas de los miembros no permiten continuar. Sin embargo, inspirado por aquél funcionario de la Escena 2, un vecino decide convocar a otro par para recoger elementos que obstruyen la vía pública y son utilizados para apartar lugares.

Se ponen de acuerdo rápidamente y, en la noche de un lunes, salen a recorrer a pie su colonia y recoger todos esos “cachivaches”. Los asistentes a esa caminata decidimos replicar la utilización de Periscope para protegernos y, también, para que los que nos ven nos puedan aconsejar, criticar y preguntar lo que gusten mientras recogemos huacales, botes, conos, sillas…

Sin haber planeado la logística, nos encontramos muy rápido con el primer error: ¿qué carajos hacemos con todo lo que recojamos? Somos tres personas, a pie. Decidimos reunirlas en puntos estratégicos y seguir el “operativo” ciudadano mientras pensamos qué hacer con toda la basura.



De pronto, personal de la delegación Miguel Hidalgo, nos informa –vía Periscope– que van camino a apoyarnos. Felicidad, hemos logrado algo a lo que antes sólo el círculo rojo tenía acceso: movilizar a las autoridades ante un impulso ciudadano. Ninguno de los vecinos tiene contacto o altos cargos en el gobierno; vaya, ni siquiera en las organizaciones donde trabajamos somos imprescindibles.

Fuera de algún intercambio de tuits, algún saludo distante, alguna pregunta en algún evento público, el contacto con las autoridades es exactamente el mismo que puede tener cualquier ciudadano; sin embargo, –al parecer– les sorprendió a las autoridades delegacionales lo que estábamos haciendo; notaron nuestros errores logísticos y decidieron enviar apoyo, personificado en la figura de Mariana de la Chica, directora de prevención del delito en la Miguel Hidalgo.

Llega, saluda sonriente, su imagen se replica por Periscope y el machismo se hace notar: comentarios sobre su belleza, peticiones amorosas, entre otros invaden la pantalla del celular desde el que se transmite. Mariana no repara en esto y decide poner manos a la obra; asegura que sólo trae su vehículo personal (una camioneta tipo SUV) pero que lo podemos usar para recoger “lo que quepa”. También nos dice que ya pidió una Pick-Up que llegará en cualquier momento.

Mariana nos echa porras, nos dice que la delegación apoyará a los vecinos que se organicen para mejorar sus colonias; da consejos y hace notar su colmillo en este tipo de operativos. Nos aconseja ir primero a cierta calle o recoger la basura en cierto orden para hacer más eficaz el “operativo” ciudadano.

Acabamos porque ya no cabía un clavo más en la camioneta SUV, ni en la Pick-Up que nos alcanzó a medio recorrido. Ambas llenas. Los vecinos se sienten felices aunque saben que faltó mucho más. Faltaron calles por recorrer y botes por retirar pero es imposible continuar.

Segundo intento

Queriendo mantener el impulso inicial, la delegación nos ofrece una camioneta Pick-Up y apoyo policial para un nuevo recorrido. Una llamada y ya estaba todo listo. Salimos otra vez, recorrimos partes de la colonia que se habían “salvado” en el anterior operativo ciudadano. Mariana llegó puntual con dos personas de la delegación que nos ayudarían a recoger los estorbos más pesados (macetones, tubos…) y a quitar esos “aparta-lugares” que se aferran con cadenas y candados a la vía pública.

El “operativo” fue más eficaz, la camioneta se llenó en menos de dos horas. Se remitió a un guardia de seguridad privada al Juez Cívico por apartar lugares; persona harto conocida en la colonia por su gandallez al cobrar por estacionarse en la calle que vigila.
Sí, salieron vecinos a quejarse, la mayoría cejaba su intento al ver que los vecinos íbamos acompañados de personal de la delegación. No faltó el que intentó todo para no llevarnos sus tubos –incluso puso su camioneta sobre los tubos– pero de nada le sirvió. Se unieron más vecinos, se acercaban con miedo, saludaba y se presentaban; a los cinco minutos ya estaban contagiados de la fiebre feliz de mejorar la colonia; ya decían “por acá, por acá” o solicitaban “¡la cizalla, la cizalla!” para cortar alguna cadena; reímos, reímos mucho, platicamos y conocimos historias interesantes, de esas que jamás se conocen detrás de una computadora.

Creando comunidad

El debate generado por el caso de Periscope y el City Manager de la Miguel Hidalgo, Arne aus den Ruthen, y los derechos humanos ha levantado amplias ondas de debate que, cada vez, se especializa más. Quisiera seguirles el ritmo pero ya me sobrepasó –mi intelecto no puede procesar tantos argumentos tan especializados tan rápido–. Agradezco a Antonio Martínez –de Horizontal– que me haya resuelto algunas dudas pero tengo mil más, seguiré el debate desde la barrera.

Sin embargo, algo que sí le funcionó a Arne fue esto, precisamente, hacer que ciudadanos salieran a las calles a arreglar sus colonias. El city manager ha mencionado que se inspira en el exalcalde bogotano Antanas Mockus, para mí, el colombiano es un ídolo.

Mockus profesa la Cultura Ciudadana: que los mismos ciudadanos se regulen, en Bogotá fue un éxito tal que a la fecha se extraña la época de Mockus.

Hagamos cultura ciudadana, si queremos que las autoridades dejen de violar (o no) nuestros derechos humanos; hagámoslo nosotros. Me parece un despropósito que cualquier gobierno tenga que gastar millones de pesos para ordenar algo que, como sociedad, debiera estar solucionado; siempre habrá algún “listillo” pero no tantos como para llenar cuatro camionetas en menos de una semana.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Yo también leí Ensayo sobre la lucidez


Saramago, el portugués que tanto nos dio a través de sus letras, escribía sobre un utópico mundo realista donde una sociedad cansada de su clase política se vuelca a las urnas votando en blanco –o anulando su voto–, la novela inspira y calienta la cabeza, sobre todo, en tiempos electorales.

Terminando de leer la novela –editada en español por el gigante Alfaguara– uno corre a tomar su smartphone para escribir sobre por qué debemos unirnos y votar en blanco; videos en Youtube y miles de entradas en blogs –alguna vez yo también intenté convencer a quienes me leen de anular el voto– nos dan argumentos de sobra, estamos tan enardecidos que los argumentos en contra de esta protesta nos hacen lo que el viento a Juárez –ya, por favor, díganme de dónde viene esta frase–.

Todavía en algún Vive Latino fui de los que hicieron “campaña” por anular el voto entre el Foro Sol y Café Tacvba.

¡Qué equivocado estaba!

Yo también tengo una clase política que no me representa, no me identifico con ningún partido político y me arde que se gasten fortunas en pendejadas que ni informan, ni nada conocidas como campañas.

Pero mi coraje ya no va contra la pinche boleta de papel con los logos de los partidos políticos, va contra aquellos votantes “duros”, esa bola de pendejos que votarían por “su” partido, así les pusieran excremento de candidato, esos ciegos que “son” panistas, priistas, perredistas, morenos o, en el peor de los casos, verdes…

Sí, ya sé que los diputetes y senadoretes votan por consigna de su partido, pero ni así, caray.

Lo malo es que estos votantes “duros” –como su cabeza– son los responsables de decidir cuánto dinero le toca a cada partido, lo peor es que para esta ecuación se eliminan los votos nulos.

Un grave problema es que como sociedad pensamos que nuestra responsabilidad democrática es hacer el enorme esfuerzo de levantarse un domingo cada tres años para ir a las urnas a depositar nuestro voto. Sin embargo, esto es lo mínimo que se debe hacer en una sociedad que, “de a devis” se considere democrática.

¿Ya conoces las propuestas de tus candidatos a diputados locales, federales y delegados o presidentes municipales?, ¿ya revisaste si tus candidatos hicieron su #3de3?, ¿mínimo sabes sus nombres y de qué partido son?

Más que el presidente, los gobernadores, los presidentes municipales o delegados, son los legisladores los que “nos representan”. Esta bola de lacras cobra por representar a su distrito, según. Pero si en su distrito de 10 mil personas, sólo 20 se quejan, protestan, ofrecen soluciones, etc., está muy cabrón que los legisladores los tomen en serio por la sencilla razón de que 20 vecinos no representan el sentir general de un distrito. Obviamente un político profesional, no representa más que a su círculo que suele ser la minoría más beneficiada del país.

¿Qué hacer?

Organizarnos.

Debemos crear comunidad, no esperar a que el gobierno la genere por nosotros. Debemos empezar por conocer a nuestros vecinos, a ser corteses, amables, a no dañar nuestra colonia, no ensuciarla. Debemos respetarnos entre nosotros, así será más fácil llegar a consensos y exigir al gobierno mejoras en nuestro entorno, pero mientras unos abogamos por más ciclopistas, banquetas dignas, mejor transporte público y otros exigen más carriles para los autos y mayores límites de velocidad, nos enfrascamos en una discusión bizantina en la que los únicos ganones son los desgraciados políticos.

Si te da “hueva”, “no tienes tiempo”, crees que “para eso está el gobierno”. Te pido que no te quejes de las manifestaciones, del tránsito, de la basura en la calle, de la corrupción, ya que tu omisión es cómplice en la gran vida que se dan nuestra honorable clase política.

¡Ah! Y no, “tu rock no es votar” –¿recuerdan esa ñoñísima campaña?–, tu “rock” es ser un ciudadano activo y participativo, es saber en qué se gastan tus impuestos. ¿Sabías que cada dependencia gubernamental tiene un portal de transparencia?, ¿sabías que hay (des)gobiernos que han pagado más de 15 mil pesos por una memoria USB de 2 Gb?

Si anulas, si no votas, si votas por el que ganó o por el que perdió, igual tienes derecho a exigir pero también tienes la obligación de informarte. Mínimo, ¿no? 

La cerVeza en el pastel

Por ahí leí que el vocero del PVEM aseguraba que la campaña "contra su partido" era por miedo. Obviamente él se refería a miedo a que el "Verde" tuviera un máximo histórico de votos en estas elecciones intermedias. Aunque le atinó en lo del miedo, la verdad es que nos da pánico que un partido que se ríe de las leyes y las instituciones sea uno de los responsables de legislar y gobernar en nuestro país. ¿Qué se puede esperar de un partido que se burla de las leyes a la hora de legislar? 

Urge que le #QuitenElRegistroAlVerde