El Partido Verde
Ecologista de México (PVEM) fue quizá uno de los primeros partidos políticos en
el México “democrático” en mostrar un cinismo descarado, en hacer todo lo
posible por mantener sus beneficios económicos y políticos con una ideología y
un proyecto sumamente, digamos, flexible. Su supervivencia ha estado supeditada
a las alianzas con otros partidos, principalmente el PRI, y en su historia tiene
más escándalos que logros.
Este proceso electoral
nos brinda la oportunidad de deshacernos de esta rémora de nuestro sistema
político… cuando menos en la Ciudad de México (art.
36, X, c). Podemos lograr que pierdan su registro y ahorrarnos una lanita
que bien podría utilizarse para fortalecer otros aspectos de nuestra “democracia”
y no en alimentar (muy bien) a personas que no tienen otro interés que el
propio. Sí, no son los únicos, pero esta es la oportunidad que se nos presenta.
En febrero de 2009, el PVEM
fue expulsado de
Global Verde (red que agrupa a partidos verdes de todo el mundo) por una “diferencia
de principios básicos” ante el apoyo a la pena de muerte, abolida en México en
2005 (aunque la última vez que se aplicó en el país data de 1961).
Dejando pasar decenas de
escándalos de sus miembros y del partido, demos un salto hasta 2015. Ese año,
el PVEM acumuló
una sanción cada tres días entre el 15 de enero y el 20 de abril de aquel
año electoral; sólo el TEPJF emitió más de 10 sentencias por cerca de 130
millones de pesos.
Ese año una de las
discusiones públicas más interesantes fue la de exigir la pérdida de registro
del Verde como partido político por “incumplir de manera grave y sistemática
las obligaciones que le señala la normatividad electoral”. Incluso, una petición
en change.org recabó 165 mil 298 firmas. Sólo como dato, ese mismo año, el
Verde consiguió
150 mil 852 votos en la Ciudad de México.
El Partido Verde Ecologista
de México no es una nueva propuesta, no busca el bien común, no presenta “ideas
frescas”, no pretende la justicia… es más, ni es ecologista. El PVEM es una
empresa familiar que ha logrado un modus
vivendi a costa de la, de por sí, desprestigiada política y su endeble
democracia.
Este 1 de julio tenemos
la oportunidad de evitar el despilfarro de millones de pesos de nuestra CDMX.
Aprovechando que el Verde va solo, podemos lograr que pierda su registro como
partido político local y, así, dejar de mantener a un grupo de personas que han
demostrado ser capaces de cualquier cosa con tal de seguir mamando del erario.
Vota por quien quieras,
pero NO VOTES POR EL VERDE, bótalo; sobre todo, NO votes por el PVEM en la
boleta para diputado local; necesitamos que terminen con menos del 3 por ciento
de los votos. ¡Sí podemos!
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