Casi un mes después de la matanza en la
Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, Ciudad de México, Carlos Latuff vio la luz en Rio de Janeiro, Brasil.
Para 2006, el caricaturista brasileño
ganó el concurso International Holocaust Cartoon Competition de Irán con una
imagen que compara el muro israelí que separa Cisjordania del país judío con
los muros de los campos de concentración nazis.
Latuff se ha especializado en dibujos con
conciencia social; sobre todo en temas como la ocupación israelí de Palestina,
los movimientos sociales de distintas partes del mundo, la política brasileña,
la represión latinoamericana y los movimientos zapatista en Chiapas y de la
APPO en Oaxaca.
Hace unos días Carlos publicó un par de
cartones sobre el ataque a los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, que dejó un
saldo de 43 estudiantes detenidos-desaparecidos y seis personas muertas.
Sus dibujos muestran una crueldad que
incomoda por lo real, pero también nos dejan el mensaje de cómo se ve la
corrupción y la brutalidad del Estado fuera de México.
Carlos,
¿cómo decidiste hacer estos cartones sobre lo sucedido en México con los
normalistas?
La primera idea es sólo una
representación de la situación actual que llaman “La guerra contra el
narcotráfico” en México, en general. El segundo cartón lo hice para ilustrar
las noticias recientes sobre el alcalde (José Luis Abarca) y su esposa (María
de los Ángeles Pineda) como las mentes maestras detrás de la desaparición de
los estudiantes.
¿Qué
pasaba por tu mente mientras los dibujabas?
Pensaba en todas las víctimas de esta
“guerra contra las drogas” sin sentido y cómo los narcóticos podrían ser
legalizados para dar fin a esta carnicería promovida por los cárteles y la
policía.
En
México, el regreso del PRI significó el final de la guerra contra las drogas,
cuando menos de manera mediática, pero la gente piensa que los narcos y los
políticos son los mismos.
Es imposible detener la corrupción
promovida por el tráfico de drogas. Nadie detendría un negocio rentable y las
drogas son uno de los mayores negocios en el mundo.
¿Por
qué crees que el caso de Ayotzinapa captó la atención internacional, cuando hay
otros temas similares en México como la Guardería ABC, los feminicidios en el
Estado de México y otros que muestran la falta de garantías a los derechos
humanos?
Creo que es un asunto de números. Si tu
matas a 100 personas en un solo ataque, esto captará la atención de la opinión
pública; si matas 100 personas, una por día o por semana, nadie prestará
atención.
Nunca he visitado México, así que no
puedo hablar sobre su gente, las únicas buenas referencias que tengo de México
son los zapatistas y los levantamientos en Oaxaca (APPO).
En Brasil estamos familiarizados con el
tráfico de drogas y la violencia policial. Brasil también está cargando con el
peso de la política contra las drogas de Washington.
Quizá la situación en Brasil no es igual
a lo que se vive en lugares como Ciudad Juárez, pero nosotros también estamos
lejos de ser un país de amor-y-paz.
¿Qué
dirías a los mexicanos que estamos enojados, que estamos tristes?, ¿qué hay que
hacer?
Como brasileño no me siento bien diciendo
qué tienen que hacer los mexicanos, creo que la solución para México recae en
los mexicanos.
De lo que estoy seguro, y aplica para
México y Brasil, es que la “Guerra contra las drogas” definitivamente NO es la
solución; al contrario, es el problema por sí mismo.
Creo que el internacionalismo, en la
solidaridad con la gente.
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Carlos nos regresó a un tema que habíamos
olvidado con la salida de Felipe Calderón: la guerra contra las drogas. Este es
un tema que, como menciona Latuff, viene de Estados Unidos y que, desde hace
más de 40 años, marca la línea a seguir en cuanto a narcóticos para toda
América Latina.