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viernes, 23 de mayo de 2014

Ricardoalemaneando revolucionariamente

Los que me conocen saben del conflicto que tengo con el señor Ricardo Alemán, que he atacado sus dichos públicamente sin obtener una respuesta concreta, que la respuesta que ofreció fue una falacia ad hominem de 2 mil caracteres.

Algunas personas me han criticado que en "la izquierda" y el activismo la gente hace exactamente lo mismo, pero al revés; en lugar de exaltar las bondades del gobierno, se exageran sus errores.

Esta semana se prestó el pretexto perfecto para ponerlo a prueba: ¿Qué pasaría si subo un texto a mi blog justificando la violencia de los pobladores de San Bartolo Ameyalco al estilo de Ricardo Alemán?

¿Cómo es el "estilo Alemán"? Utilizando "argumentos" que no llevan a ningún lado, apelando al sentimiento, sin comprobar ni verificar fuentes, sin profundizar en la problemática y defendiendo de la misma manera la postura tomada.

Me sorprendió ver que siete personas me apoyaron totalmente, mientras que sólo cuatro me criticaron; sobre todo ME criticaron, no al texto. Mientras que sólo dos tocaron el tema del profesionalismo periodístico, un colega y amigo que preguntó abiertamente "¿Alguien de ustedes estuvo ahí?" y un gran profesor que, pese a ya no ser su alumno, sigue dándome lecciones invaluables. Sólo dos de los más de 30 comentarios.

Antes de continuar, quisiera hacer un paréntesis para explicar que este texto tampoco es para decir "pobres policías golpeados", sigo pensando que se debería eliminar el Cuerpo de Granaderos (la institución, no a quienes la conforman) por ser el brazo represor del Estado; sigo pensando que, mientras no se les explique a los policías a qué van, sea la orden que sea, corren el riesgo de terminar como los de San Bartolo ya que esto denota una falta de preparación, de planeación y de capacitación que es de dar miedo, no sólo por los excesos policíacos sino por los riesgos pendejos que corren las personas detrás del uniforme. También sigo creyendo que dentro de la SSP-DF (hablando de este caso específico) hay psicópatas descerebrados que gustan de golpear personas.

Contiuando con lo de la "ricardoalemaneada" me entristece ver que somos igual de incendiarios que él y sus "fans"; así como al columnista de El Universal le aplauden cada que critica a la "izquierda", nosotros vamos y aplaudimos como focas cuando alguien critica al gobierno, aunque no tenga bases ni fundamentos, "pa'qué".

Para cerrar, quiero publicar íntegro el comentario de mi profesor Adolfo, quien fue el único que se tomó la molestia de analizar el texto (o cuando menos, eso parece), a él, muchas gracias:
"Debo felicitar a Ari Santillán por la pulcritud de sus argumentos en esta entrega. Tiene razón en afirmar que el peso de la masa encefálica define la inteligencia; nada que ver con las circunvoluciones, las anfractuosidades o las sinapsis; nada, con el axón de cada neurona o la mielina. La inteligencia es cosa del peso de la masa encefálica, ¡faltaba más!
Y desde luego que los policías no piensan, es evidente que son “idiotas con casco” y que “reciben órdenes”; si cuestionaran las órdenes que reciben, pues serían seres pensantes y lo más seguro es que no serían policías. Serían intelectuales, seguramente; grandes poetas como «Marcos» el de la Lacandona.
Pero como son “peor que los animales” desde luego que está bien “que les rompan todos los huesos, que les saquen los ojos y que les quiten hasta la última gota de sangre de su vil cuerpo”, al cabo que como dijera otro prohombre sabio —me refiero a Diego Fernández de Cevallos— “los derechos humanos son para los humanos derechos”, pero éstos no, éstos son animales, no piensan, merecen morir.
Nada de considerarlos seres humanos, nada de pensar en sus derechos —¿por qué habrían de tenerlos si son unos pinches monos, como los apandados de José Revueltas?—. Nada de pensar en sus familias, en sus necesidades o sus historias. Como animales que son se parecen a los judíos y desde luego que sería bueno exterminarlos a todos; el buen Hitler y su amigo el sabio Mussolini estarían complacidos con terminar con estos policías estúpidos que sólo reciben órdenes. Y no vayan a pensar que hay aquí algún tipo de odio o xenofobia. ¡Ni un ápice de fascismo! Es claro que estamos los buenos y los malos. No vean maniqueísmo en estas palabras.
Por otra parte, tampoco tiene sentido investigar a profundidad cuál es la realidad de San Bartolo Ameyalco. ¿Para qué? El “pueblo bueno” ya habló. Siempre habla y su palabra es “Verdad”. Nada de buscar al delegado; de conocer las minutas de trabajo firmadas; nada de hacer periodismo de investigación. Eso es una güeva. Mejor pongamos las fotos de estos monos, los exhibamos en su miserable actuación, en su tinta. Que sus familias vean cómo se desangran. Que las imágenes sirvan de escarmiento.
Que revienten a esos policías que son menos que animales. ¿Para qué exigir a las autoridades su capacitación o la observancia de protocolos de actuación? ¿Para qué hablar de legalidad si tan simple que resulta que piensen? ¿Para qué pensar siquiera en la legalidad, como principio deseable?
¡Ah! Si tan sólo pensaran el mundo sería una maravilla. Pero como no es así, pues que se mueran. Que así triunfa nuestro sentido de la legalidad y la justeza de nuestros argumentos".

A continuación reproduzco los comentarios que recolecté sobre el texto "Pero quién los manda, ¡carajo!"













Por último, quiero decir que no podemos seguir actuando igual que gente como Ricardo Alemán, no podemos repetir sus mismos vicios, tenemos que ser mejores, no podemos reproducir información a lo pendejo, aunque sea una opinión, sobre todo los periodistas debemos tener claro nuestro papel dentro de la sociedad. Interesante experimento este que me demostró cómo funciona la mente de Ricardo Alemán y otros tantos más.

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