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lunes, 18 de agosto de 2014

El Rey Peatón

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Rey Peatón en Polanco
Ayer, 17 de agosto, se conmemoró el Día Mundial del Peatón; lamentablemente no celebramos al peatón, ya que esta fecha tiene un gris trasfondo. Resulta que un 17 de agosto, pero de 1897, murió la primera persona atropellada por un automóvil en Inglaterra.
A miles de kilómetros de distancia y 117 años después, un delegado chilango –específicamente, Víctor Romo que gobierna la delegación Miguel Hidalgo al poniente de la Ciudad de México– fue el “primer gobernante en adherirse a la Carta Mexicana de los Derechos del Peatón”, un esfuerzo de meses de un grupo de colectivos y personas conocido como la Liga Peatonal.
El autodenominado bicidelegado –dice que no usa automóvil– fue con su séquito a Polanco, específicamente a la calle de Horacio, entre Hegel y Lope de Vega, donde develó la estatua del Rey Peatón, una idea de Roberto Remes –integrante de la Liga Peatonal– para empoderar al peatón. También Remes asistió a la ceremonia de develación.
Yo quería llegar pero, chale, era domingo y la ceremonia fue al mediodía –¡todavía de madrugada!–. Igual decidí salir a caminar a esa colonia tan fresa que es Polanco, el objetivo: ver al Rey Peatón de 500 kilos y tres metros de altura.
Bonito cenicero marca Volkswagen
Comencé a caminar por Horacio, un par de kilómetros antes de donde se encuentra la escultura metálica. Uno, dos, tres, cuatro… Diez, once, doce… Veinticuatro, veinticinco, ¡veintiséis automóviles estacionados sobre la banqueta!
Estos 26 “ceniceros” o “bancas” de marcas como Renault, Mercedes-Benz, Chevrolet y hasta Porsche se encontraban a no más de 15 metros de la esquina de alguna calle con Horacio –la calle donde fueron a poner al Rey Peatón–; ¿policías de tránsito?, ¿grúas? ¡Ni que el peatón fuera el rey!
La idea de Roberto me parece excelente, he visto gente que, al ver un paso peatonal con la imagen del Rey Peatón se siente empoderada e, incluso, exige a los automovilistas que respeten al rey que no es otro sino el que camina.
Atropellando al Rey Peatón a 20 metros del monumento al peatón
Sin embargo, la sociedad cochecentrista ha arraigado a tal grado la idea del Rey Automóvil que, por ejemplo, a 20 metros de donde está la dichosa estatua peatonal, una señora decidió detener su enorme camioneta roja sobre el paso peatonal –literalmente, atropellando al Rey Peatón pintado–. Al cuestionarla sobre su actuar, su respuesta fue “¡Pues que pasen por atrás!”, refiriéndose a que los peatones cruzaran por detrás de su camioneta; la fotografié y poco le importó, mejor decidió aventarme su enorme armatoste rojo.
Simplemente en la cuadra donde se encuentra el monumento al peatón, durante alrededor de una hora, vi autos parados sobre el paso peatonal, autos en sentido contrario que no frenaban para evitar que una patrulla los agarrara en flagrancia, autos estacionados sobre las banquetas y autos tapando las rampas para sillas de ruedas; estos últimos argumentaban cosas como “No te preocupes, si viene alguien en silla de ruedas yo me muevo” o “Sólo voy al Oxxo y ya, ni cinco minutos”.
Banca marca Prosche modelo Cayenne S
Lo más detestable del Día del Peatón 2014: Los automovilistas saben de su impunidad y del mínimo riesgo que representa un ciudadano “a pata” que los fotografía y anota sus placas. Saben que, mientras no pase una patrulla de Tránsito, ellos siguen siendo los reyes.
De nada sirve que gobernantes como Romo –a quien se le agradece su interés– firmen iniciativas ciudadanas como la Carta Mexicana de los Derechos del Peatón si cuando se soliciten grúas la primera pregunta que hagan los telefonistas de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina sea “¿Están estorbando la entrada de su casa?”, como si ese fuera el único motivo para castigar a quienes se estacionen sobre la banqueta.
A quienes manejan: sólo sean conscientes. Arriba me referí a los autos sobre las banquetas como “ceniceros” o “bancas”; si no quieren que apague mi cigarro en su cofre, o que deje la colilla encendida de mi cigarro en sus limpiaparabrisas, o que me siente en su cajuela con mis sucias botas en la defensa de su automóvil, no se estacionen en la banqueta. “Sólo son cinco minutos”, “Sólo bajo unas cosas y ya” son pésimos pretextos, es como si les dijera “Sólo es una colilla de cigarro” o “Sólo me estoy amarrando las agujetas recargado en tu auto”. Es bien fácil, ¿no?.