A lo largo de cuatro largos años de
carrera, no sólo conocí a los mejores amigos y colegas que pueda tener, sino
que me repitieron hasta el cansancio que el “periodismo de aula” distaba
bastante –o cuando menos lo suficiente– del periodismo que vemos a diario en
periódicos, en la televisión, la radio o la internet.
Siempre he asegurado que la única verdad
universal y, por lo tanto absoluta, que todos tenemos es que algún día
moriremos, por eso, en contraste con nuestro “Pastor Alemán”, yo no busco
demostrar que los dioses del olimpo periodístico me ungieron como único
conocedor de la verdad absoluta.
Tengo que aceptar que comencé a leer al
–quién sabe cómo– ganador del Premio Nacional de Periodismo 2005 hace unos
pocos meses, cuando se platicaba con genuina indignación de sus columnas (Itinerario
Político publicada en El Universal) dedicadas al movimiento #YoSoy132 donde su
mejor argumento era y es autoproclamarse como un “periodista” con todos los
adjetivos que se le puedan agregar, claro, de manera positiva.
Ya le contesté en alguna ocasión y mi
compañero, amigo, filósofo y hermano de lucha, Ricardo Bernal le dedicó una
extensa carta en la que, de manera directa y sin rodeos (contrario al estilo de
Ricardo Alemán) le refutó cada uno de sus argumentos; el excelso periodista simplemente
escribió “Sigo pensando lo mismo”.
Definitivamente hay gente tan necia que
jamás entenderá que la Tierra no es plana o que el Sol no gira a nuestro
alrededor. Y me permito una licencia “ricardoalemaniana”
para intrigar sobre si nuestro Pastor Alemán se comporta así por una clara
deficiencia mental o por una suficiencia económica al actuar como el Cancerbero
en medios del PRI.
Como Daniel Santoro ya lo dijo en su
libro “Técnicas de Investigación” –y no planeo equipararme con él–, “la
investigación es la esencia de nuestro oficio, porque el periodismo es siempre
indagación y búsqueda. Pero también constituye una especialidad: ciertamente la
más costosa, en términos de esfuerzo y de presupuesto, y la más riesgosa. Ya lo
sabían los periodistas norteamericanos que, a principios del siglo XX,
comenzaron a examinar las profundidades de la política, y el gobierno los llamó
‘rastrilladores de estiércol´”. En lo personal, siempre preferiré ser un
“rastrillador de estiércol” (término acuñado por Theodore Roosevelt en 1906, quien
calificó de muckrakers a los
periodistas que buscaban “basura política” en lugar de informar sobre los
logros de su gobierno) que un “cazador de platos voladores”, como se les conoce
en Argentina a los periodistas que sacan conclusiones sin fundamentos, como
entenderá nuestro querido Pastor Alemán.
Santoro comenta sobre ellos que “ni ellos
(los “cazadores de platos voladores”) ni los que llamamos denunciólogos
producen trabajos serios y profundos (…) Quienes todos los días tienen una
historia negra para contar, en realidad ofrecen conjeturas sobre los
sospechosos de siempre sin datos verificables. Su táctica de marketing
se reduce a dar golpes de efecto sobre un tema a partir de sospechas pero sin
pruebas. Una semana después lo sepultan y buscan otro asunto sensacional, y de
nuevo generan mucho ruido sin descubrir los resultados concretos”. Que conste
que no lo digo yo, un simple “ternurita”.
Ricardo Alemán, un periodista ejemplar. |
También Tomás Eloy Martínez comenta en su
texto Defensa de la utopía (citado
por Santoro) que “cada vez que un periodista arroja leña en el fuego fatuo del
escándalo está apagando con cenizas el fuego genuino de la información. –Y
agrega– El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para
pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más
digna y menos injusta”.
Por si no le es suficiente a nuestro
Pastor Alemán, también Gabriel García Márquez dijo alguna vez que “la
investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo periodismo tiene
que ser investigativo por definición”.
Sé que es sumamente difícil que nuestro
querido can-“periodista” articule una respuesta inteligente a este texto por lo
demostrado anteriormente; sólo quería demostrar que siempre se pueden exhibir las
pobres prácticas periodísticas de don Ricardo; quizá Ricardito se convierta en
un “rastrillador de estiércol” si intenta salir del lugar en donde se ha metido
solito. ¡Sería toda una hazaña!
*Todas las citas fueron tomadas del
capítulo “De los “rastrilladores de estiércol” a la generación de internet” del
manual sobre técnicas de investigación de Daniel Santoro (páginas 17 a 26)
proporcionadas en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García como material
de apoyo.
La guía de nuestro Pastor Alemán by Ari Santillán is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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