Para el chilango común, leer a Diego Enrique Osorno en los distintos medios donde publica es acercarnos a una realidad norteña tan letal que es difícil imaginarla, sobre todo, cuando los relatos están escritos con una prosa que remite al lector a una novela de la época dorada del “realismo mágico”.
Detuvieron a Miguel Ángel Treviño, el “Z-40”, el primer gran capo detenido durante esta nueva era priista; los medios publicaron la detención en primera plana y los portales dieron espacio suficiente a la cobertura, sin embargo, se notó que algo cambió desde el 1 de diciembre de 2012; “algo” que evitó el desboque de los medios de comunicación como cuando se abatió a “El Lazca” (previo a convertirse en zombi y desaparecer) o cuando murió Beltrán Leyva en Morelos, con fotos de su cadáver “decorado” de pesos y dólares y sangre.
El gobierno federal no se cansó de repetir que durante el operativo “no se realizó un solo disparo”, que fue la “inteligencia” (estamos seguros que no se refería a la del preciso) la que logró la detención del tirano del narcotráfico en un paraje perdido en Tamaulipas.
Quedó demostrado que los grandes medios de comunicación tomaron las “recomendaciones” de la Secretaría de Gobernación para dejar de utilizar el prefijo “narco-“ en todo lo que tuviera que ver con esta, me atrevería a llamara, contracultura mexicana.
Sin embargo, los medios mexicanos dejaron, desde hace mucho tiempo, de mostrarnos la “realidad real” para enseñarnos la “realidad oficial”, esa “realidad” en la que abundan niños chimuelos jugando, trabajadores sonrientes, jóvenes deportistas y sanos, calles limpias, malandros con pinta de malandros, anarquistas que son vándalos (¿qué es el anarquismo? No sé, son los que desmadran lo que encuentran, ¿no?), etc.
Ese México “oficial” donde los “malos” simplemente son malos y los “buenos” están “trabajando por México” en secretarías y dependencias gubernamentales. No hay espacio para sentimentalismos: narcos, anarquistas, inconformes y activistas son malos, todos en el mismo costal. Gobernadores, gente que decide “ponerse a trabajar” en vez de “protestar”, políticos del PRI y priistas en general son los buenos y, al parecer, esto es una guerra. Los mass media, obviamente, están con los “buenos”, como guión chafa de Hollywood.
Mientras tanto, el ejército sigue en las calles sin importarle aplastar todos y cada uno de los derechos más fundamentales de cualquier ser humano, el narco sigue siendo el rey dentro de las aspiraciones de los jóvenes mexicanos (acción, dinero, impunidad, ¿qué más quiere un joven?), los activistas seguimos sintiendo que le gritamos a una pared y la “gente buena” no deja de aplaudir cual focas la detención del “Z-40”, ni deja de reprochar a los manifestantes (pinches quejumbrosos, uno también tiene sus problemas pero no por eso anda cerrando calles, ¡cuánta inconciencia, dios mío!) y los medios tradicionales siguen sin entender qué chingados es eso del Internet ni el funcionamiento óptimo de las redes sociales.
Ah, y en los territorios ocupados por cualquier compañía trasnacional ilegal (léase cártel) la gente sigue pagando derecho de piso, extorciones y siguen amaneciendo cuerpos asesinados de las formas más inverosímiles y variadas que ni a los productores de CSI se les hubieran podido ocurrir.
Pero, vamos bien, ¿no?
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